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Honduras Indómita…el Cristo Negro de Santa Lucía.

Ocurrió hace muchos años, a principios de la década de los noventa, si mal no recuerdo.

Por esos años, mi gran amigo Juan Manuel Posse fundó, junto con otros grandes benefactores de la cultura y el arte, el Taller de Restauración “José Miguel Gomes”, dentro de las instalaciones y como parte de los servicios del Museo del Hombre Hondureño, en la ciudad de Tegucigalpa.

          Cristo de las Mercedes


El taller vino a revolucionar las artes de la restauración de obras antiguas, muy particularmente las esculturas y pinturas de la época colonial hondureña.

Una de las primeras piezas que se restauró, fue la principal escultura religiosa de la iglesia de Santa Lucía, Fco. Morazán. Es esta una escultura de piezas móviles que representa al Cristo Crucificado y que posee un valor histórico enorme, ya que fue donada por el mismo Rey Felipe II de España el 15 de enero de 1572.

Radiografías del Cristo de Las Mercedes. Foto: Arturo Sosa. Circa 1995.


La historia señala con toda claridad, que el obsequio fue dado en agradecimiento a los pobladores del pueblito minero por toda la plata que había sido extraída de sus yacimientos. Vetas que habían sido trabajadas desde la fundación del enclave, entre los años de 1520 y 1530.

 

Así que desde entonces, la escultura del Cristo Crucificado había dirigido todas las ceremonias religiosas en el pueblito estacionado en el tiempo y entre las montañas del centro del país.

Radiografías del Cristo de Las Mercedes. Foto: Arturo Sosa. Circa 1995.


Cuando la escultura llegó al taller, a petición de las mismas fuerzas vivas de Santa Lucía, se le conocía como el Cristo Negro. Así lo conocí yo y así lo conocimos todos los que vivíamos en la ciudad capital y sus alrededores. El Cristo Negro de Santa Lucía.

Tras la restauración, que llevó algún tiempo, lo que salió del taller fue algo totalmente distinto a la escultura original que había llegado algo asombroso. Increíble. Pues resulta que tras siglos de hollín, polvo y el humo de miles y miles y miles de velas prendidas en su nombre, la tez de la escultura había cambiado. El Cristo Negro era oscuro por el sucio acumulado en él durante cuatrocientos y pico de años. ¡Díganme si no es totalmente increíble!

Radiografías del Cristo de Las Mercedes. Foto: Arturo Sosa. Circa 1995.


Por supuesto, hubo reclamos. Muchos de los pobladores de Santa Lucía creyeron que les habían cambiado la pieza en el taller y hubo protestas serias. No era para menos.

Afortunadamente, una de las medidas que se tomaron al comenzar el proyecto de restauración fue sacarle radiografías a la escultura para poder ver cómo se encontraba en su interior. Estas radiografías sirvieron, posteriormente y cuando llegaron los reclamos, como piezas claves para desvirtuar las acusaciones.

 

Yo tuve la suerte de estar en esa restauración y hacer los primeros afiches que se hicieron una vez que la pieza fue trabajada. De hecho, se le dejó de llamar El Cristo Negro y su nombre oficial es ahora El Cristo de las Mercedes.

 

El notable historiador Mario Felipe Martínez solía asegurar que después de Guatemala, somos el segundo país con mayor patrimonio colonial tangible de Centroamérica. Y esto se ve reflejado en todos los conventos, iglesias, ermitas, calles, haciendas, pinturas, esculturas y cientos de objetos religiosos, militares o de la vida diaria que perduran entre nosotros.

Vale la pena saberlo, porque Honduras sigue siendo, por definición, profunda. Indómita.

Nuestra

 

Créditos. Arturo Sosa

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